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Post antiguo publicado en La quinta Pata a propósito de mi experiencia con la traducción

En el otoño del 2008, fui a visitar a mi amiga Hiunjing mientras vivía en Milano. En ese año estudiaba  “dirección” en una escuela prestigiosa de teatro en Milano. Ahí había llamado la atención de uno de sus maestros un director de ópera que trabajaba regularmente en la Scala, el cual la había invitado a montar en conjunto Madame Butterfly para las fiestas patronales de Como.

Madame Butterfly es la mítica obra de Puccini que en tres actos cuenta la historia de la Boda, abandono y reencuentro de Cio Cio sam y el oficial de la marina estadounidense  Pinkertone.

A diferencia de otros artes la  Opera no se traduce, regularmente se suele montar en su idioma original. Artistas de todo el mundo se aprenden  las obras en una legua  lejana a ellos en muchos teatros se recurre a los subtítulos que es otra manera de traducción pero creo no estar sola al decir que así entiendas la lengua las palabras se alargan y encogen de tantas maneras que es muy difícil de todas maneras entender lo que se dice  (perdónenme por este sacrilegio). Mi postura es que la opera en su parte narrativa se valen de otro lenguaje además del idioma con el que se expresa: Los sinfines de la tragedia. Sin ánimo de simplificar, la opera como género coexiste con varias dicotomías discutidas con sus habitantes, de la más común está la jerarquía entre la música y la historia. Una parte defiende la  “esencia” de las historias y la importancia de contarla versus a otra postura que defiende la música como principal vehículo. Parece ser una cuestión de lenguaje, me remito a que  lo que los conocedores y desconocedores (como yo) que disfrutamos de este género encontramos en  este laberinto que produce la tragedia en los montajes de ópera. El movimiento de los personajes, ya sea escapando, esperando, muriendo, se convierte en su lenguaje, con  su ritmo y su relación de referentes. Un lenguaje en el que todos hablamos fluidamente, y aquí me voy a poner demagoga; Un Lenguaje que hablamos desde cuando nacemos y gritamos para comunicar desesperadamente nuestra llegada a este inhóspito escenario, gritamos y abusamos del barítono emocionadísimos y totalmente desafinados y la ópera nos habla en nuestra primera lengua y no en la que nos enseñó nuestra madre. Cuando estamos en un teatro viendo Madame Butterfly puede ser que no sepamos lo que signifique seppeku pero tenemos claro que se siente el abandono y el sacrificio y de sentirse insignificante tanto que la única luz parece ser la conciencia de la nada. Es por eso  que cuando a nuestra heroína Butterfly le toca enterarse de que el Oficial Pinkertoe se casó con ella solo para vivir la experiencia “Erasmus” japonesa completa y que nunca había pensado volver y que para colmo se iba a llevar el hijo que habían generado de esa única noche de sexo y que ella había criado todos esos años sola.  Fue y se mato. Con elegancia, eso si, a viva voz y de fondo Puccini  y su “con onor Muore” si, al final era una cosa de honor, la redención y  telón.

Esa tarde miestras el Italiano y la coreana atribulaban alrededor de un libreto garabateadísimo en diferentes colores con las partituras completas de Madame Butterfly que pude ver en vivo y en directo una de las batallas diarias que trae este laberinto de fronteras en la que nos encontramos metidos, peligros de la vida postbabelina. Para Huinjing esto iba a ser su presentación a la sociedad italiana, la seriedad de esta mujer fuerte y muchas veces taciturna junto con   las fotos en blanco y negro que se peleaban la pared con el tapiz rococó y la colección de carteles que tenía de diferentes obras que había montado el maestro, además del café malísimo que nos había preparado esa tarde, el cual sospecho que preparo especialmente malo para probar nuestra honestidad; hacían el ambiente, me perdonarán por usar un adjetivo, ceremonioso.

Huinjing va imitando a madame Butterfly en la sala y el maestro lo va dibujando en un plano de papel que han hecho de escenografía. Hiunjing nos está dando la espalada como en su día lo hará el personaje  y habla de cómo pueden hacer que el viento le llegue al vestido y de que tipo de tela pueden usar y de los colores de la escenografía. Paso a paso nos va narrando todo lo que puede pasar en escena y en kilómetros a la redonda de ese Japón de los 30 a media hacer que se habían puesto a escribir los dos esa tarde. Hiunjing dueña del espacio y de nosotros en ese momento hace una pausa y describe como por la puerta llega otro personaje que le viene a contar lo que ella ya sabía durante todo este tiempo,  el gringo volvía. Hiunjing y madame Butterfly se dan la vuelta al mismo tiempo las podrías confundir,  las dos flacas, las dos temblorosa con look de modelo setentera con resaca quimica, bellisimas con un tabaco en la boca, el maestro suelta un ¡no! que le sale de las tripas agudo y escalofriante. Telón

El maestro explica que sacar a Madame Bovary fumando en un contexto tan clásico le podría salir caro, intentaba dar espacio, hacerla pensar que la ha decidido ella y mientras más razones le daba para que no saque a una mujer esperando fumando, más terminante se volvía Hiujing. Primero diciendo que los occidentales tenemos a los orientales idealizados, segundo que ella no cree que fumar quite inocencia. Al final a Hiunjing esto del tabaco no le parecía tan grave  y el maestro recitaba ejemplos tratando de no quedar anticuado pero siéndolo irremediablemente. ¿Cómo culparlo? creo que el no quería ser kitch en pro de la post-modernidad, creo que con tantos años de experiencia el arte era más que un transgredir  impulsivo para el y no entendía que honestamente su Pupila pensase que era una idea natural y obvio que Madame Butterfly fume. Discutía con Hiunjing con la mueca dibujada de “he creado un monstruo”, tratando de no arrepentirse por pensar que una mirada fresca a la historia sería interesante, pero ahora con la idea en frente se siente en la necesidad de encontrar una frontera en algún lado, porqué incluso físicamente en el escenario  había ese precipicio,  ese vacío. Así que Hiunjing y su maestro encontraron su frontera en los inicios del montaje ¿Es un ejercicio binario traducir? ¿Es una batalla que alguien tiene que ganar? Estos dilemas se van respondiendo de caso en caso, o no. La teoría dice que existe una conquista desde la lengua que traduce a otra, ese proceso que ha sido natural en la humanidad es también su arma de conquista y en la creación en donde nada tiene el privilegio de no-ser la traducción ha sido para mí redentora. Ser extranjera en un país de lengua diferente me ha dado la oportunidad de ver de cerca mi propia lengua desde el contraste y luego mudarme a España una tierra que le heredó el lenguaje a la mía y en la que  he tenido que apropiarme  más que nunca de ese proceso que aprendí con otras lenguas. Se siente muchas veces a resistencia y otras veces me doy cuenta como he adquirido cosas que nunca decidí hacer mías, esa guerra entre el castellano y el español que lucho con mis malas mañas.

Este fin de semana regresé a Italia a despedirme de Hiunjing, ha terminado la carrera y se regresa a vivir a Korea. Cinco años han pasado desde que llegamos a Perugia sin hablar el mismo idioma. Estamos cambiadas, yo más gorda y saludable, ella también con mejor color. Mi italiano ya no es tan puro como antes, tiene un montón de baches y demasiadas palabras en catalán; lo conservo por el trabajo y porqué tengo este cariño por esta gente con la que solo puedo hablar esta lengua. Le digo a mi amiga amic en vez de amica, y a veces me invento palabras de lo que recuerdo. Cuando ya estamos cómodas y habíamos agarrado la dinámica de siempre, suelto un par de frases que ni yo mismo entiende y me disculpo. Ella dice, no te preocupes, antes tampoco hablabas italiano como creías– me dice hecha la sabida- ¿en serio? Le pregunto.

Si, pero igual te entendía.

Madame Butterfly y las cosas que entendemos